Tu mejor arma: La Conciencia.

Disponemos de un arma infalible para salir victoriosos de esta guerra cultural, arma que no es fácil manejar. La primera resistencia somos nosotros mismos y la posverdad, y eso tiene solución si dejamos de engañarnos jugando al solitario. Pero todo tiene un precio, y hay que estar dispuesto a pagarlo.

Existe una guerra cultural en la que utilizan distintas armas para fragmentar la sociedad y conseguir sus objetivos. ¿Qué podemos hacer para defendernos e impedir que dinamiten la estructura que hemos ido construyendo durante siglos?

Antiguamente, la política convirtió a los cristianos en proscritos. Era una comunidad que desafiaba lo establecido, un grupo rebelde e incómodo que amenazaba las imposiciones del Poder. Mediante la búsqueda de la rectitud, consiguieron combatir un sistema que se corrompía  a pasos agigantados. Aceptaron el martirio (físico en aquellos momentos históricos) y tuvieron claro que la religión era la fuente de la moral que los mantenía en pie. El Imperio Romano, por otro lado, se fue apagando a medida que se extinguía su moralidad. Y por eso, ha sido la comunidad cristiana la que ha sobrevivido dos mil años.

Rectitud de conciencia: la mejor arma para ganar la guerra cultural

La rectitud de conciencia nos hace fuertes para combatir la corrección política, el pensamiento único, y la posverdad, pautas de actuación de esta guerra.

La longevidad de una comunidad es proporcional a su moralidad

Hoy, estamos asistiendo a una situación similar a la de esos primeros cristianos, y la respuesta que estamos dando es radicalmente opuesta a la que dieron entonces; en lugar de perseguir la corrección moral, en un alarde de condescendencia pueril, justificamos y legitimamos comportamientos de dudosa moralidad.

 Si asfixiamos los criterios morales en nuestros procesos de decisión, estaremos condenando a nuestra comunidad cristiana a la desaparición.

El bueno de Chuck

Chuck Colson, señalaba que comunidad y caos eran dos extremos opuestos y excluyentes. La abundancia de uno determinaba, obligatoriamente, la escasez del otro. A más comunidad menos caos y viceversa.

Para evitar el caos y mejorar la comunidad, nos podemos valer de dos armas: La conciencia (arma interior) y los comisarios (arma exterior). Estas dos armas, aunque complementarias, son también excluyentes cuantitativamente; a más conciencia, menos necesidad de comisarios.

Hoy, nuestro sistema político, está borrando las conciencias individuales basadas en la religión, y está moldeando una conciencia colectiva basada en “su religión”, una “religión laica” de la que estos creadores del nuevo orden son apóstoles.

Acaban con la conciencia individual y subordinan la conciencia colectiva, por ellos inventada, a los comisarios. Así, la comunidad pasa de un sistema democrático basado en la conciencia, a un sistema totalitario controlado por los comisarios. Se incrementan las imposiciones en detrimento de la libertad.

“No se trata de evitar la democracia, sino de formar conciencias sin relativismos” Kreeft

Para ganar libertad debemos cuidar y formar las conciencias individuales, acudiendo a la fuente de moral de los primeros cristianos. A partir de aquí, los comisarios serán menos necesarios y estarán subordinados a la conciencia.

Aceptar lo que venga

Hoy no se contempla el martirio físico en los países occidentales. Únicamente en Oriente, aparecen nuevos mártires entre los cristianos perseguidos, cuya ejemplar fidelidad a Dios nos debe hacer avergonzar de nuestras renuncias.

Porque lo que realmente nos hace renunciar y no dar la batalla a la guerra cultural, a través de la rectitud de conciencia, es el miedo al martirio.

El martirio en los países occidentales, consiste en pagar el precio que tiene no seguir la senda de la corrección política que contamina nuestras normas morales. Lo que hoy la doctrina establece como correcto es impopular y nadie quiere asumirlo. Así, la Iglesia Militante es débil y se hace patente la podredumbre del mundo.

Tenemos que poner, en nuestras decisiones, a Dios por delante de nuestro patrimonio, de nuestros caprichos, de nuestros deseos. Poner el Bien Común por delante del “yo”. Darnos cuenta que es más importante dejar a nuestros hijos una sociedad con una sólida base moral, que dejarles una sociedad con una economía fuerte y saneada.

¿Estamos dispuestos a aceptar este martirio?, anteponer la conciencia al materialismo aún a costa de impopularidad social,  de la marginación laboral, de la evaporación de buenos negocios, del sometimiento a leyes fiscales injustas y confiscatorias, de la ascensión al poder de opciones políticas no compartidas…

Para terminar mi reflexión

Buscar la rectitud de conciencia llevará siempre a estar mezclado en controversias, a ser llamado “moralizante” por defender la vida desde la concepción, “sexófobo” por ser partidario de una sexualidad ordenada o “retrógrado” por querer mantener los valores que hicieron del cristianismo un ejemplo de convivencia.

Para librar una guerra como esta no basta con que parezcamos “buenos”, nos tenemos que convertir en guerreros, guerreros culturales. Tenemos la obligación moral de formarnos para argumentar cuando nos increpen. La primera lucha es contra nosotros, contra nuestra pereza y autocomplacencia.  Dada la debilidad de la naturaleza humana, podemos caer muchas veces en renuncias sobre el camino que debemos seguir, pero tendremos que levantarnos y defender lo que nos importa, desde la verdad objetiva que nos brinda la doctrina.

Tenemos una deuda con las generaciones que nos precedieron y nos dejaron una sociedad que estamos dejando pudrir. Y una obligación con las generaciones venideras que consiste en dejarles una sociedad objetivamente mejor que la que hemos heredado.

Tu puedes contribuir a lograr esa sociedad. Si te ha parecido interesante la reflexión no te la quedes para ti, compártela en tus redes sociales. Gracias.

 

Un comentario en “Tu mejor arma: La Conciencia.”

  1. Como siempre muy buen artículo aunque este me ha gustado especialmente, sobre todo la reflexión es fantástica. Es así, hay que convertirnos en guerreros, pues ya lo dijo Jesucristo, más inteligentes son los seres de la oscuridad que los de la luz:
    De la Buena Noticia de Jesús de Nazaret según San Lucas 16,1-8.

    Decía también a los discípulos: “Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto‘. El administrador pensó entonces: ‘¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!’. Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’. ‘Veinte barriles de aceite’, le respondió. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez’. Después preguntó a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’. ‘Cuatrocientos quintales de trigo’, le respondió. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y anota trescientos’. Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.

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