Es curioso como se repite la historia cuando no aprendemos de ella. Los malos hábitos, los complejos y traiciones siguen enseñoreándose en nuestro entorno adaptadas, claro está, a los tiempos actuales.
Entre el año 711 en que Tariq vence a Don Rodrigo, rey de los hispanogodos, en la batalla del Guadalete (hoy se sabe situar esta batalla en tierras de la laguna de La Janda), y el 722 en que un sobrino suyo –Don Pelayo- es elegido rey para iniciar la Reconquista en Covadonga, aparecen una serie de personajes cuya similitud con personajes actuales es definitoria.
Munuza
Cuenta la leyenda (histórica) que fue Gobernador musulmán del norte de España. Uno de los 4 generales que acompañaron a Tariq en la invasión de Hispania.
Quería despojar a los habitantes naturales de la península de su forma de vida y mediante tretas, engaños, chantajes e imposiciones, imponer un nuevo orden en el que no quedara ni rastro del orden anterior, el cristiano hispanogodo.
Hoy Munuza se reencarna en el presidente Pedro Sánchez. Al igual que el moro entró y arrasó Hispania gracias a la traición de los witicianos, el lo está haciendo gracias a la de los partidarios de romper el orden constitucional establecido, léase separatistas vascos y filoetarras, secesionistas catalanes y comunistas extemporáneos. Y todo para gloria de un nuevo orden internacional y una perversa agenda 2030.
Oppas
Descendiente de Witiza, se posicionó inicialmente al lado de Don Rodrigo cuando este asumió el poder. Pero los complejos le hicieron olvidar pronto los principios cristianos que hubieran hecho peligrar su condición de privilegio. Elevado a la condición de Obispo, medró por la estructura del enemigo e intentó adaptarse al nuevo orden que éstos trataban de imponer, anteponiendo su sed de poder a los principios que sostienen la estructura del hombre recto y sólido moralmente. El relativismo viene de lejos.
Hoy esta figura queda representada en la principal fuerza de oposición a Sánchez y su indiferenciada política social continuista.
Como Oppas, se revisten de las vestiduras de obispo con el fin de relativizar la doctrina y aglutinar en torno a su proyecto a indolentes y cándidos que no quieren, o no pueden, ver la deriva socialdemócrata de un proyecto centrista, económicamente acertado y socialmente perdido.
Don Pelayo
Siempre apoyando al orden legítimamente establecido (D. Rodrigo) paso por muchas etapas antes de comprender que su intervención era crucial para iniciar la Reconquista y expulsar a las fuerzas invasoras que amenazaban nuestras raíces, principios y tradiciones.
Con fuerzas cuantitativamente inferiores, nunca dudó de la legitimidad de su proyecto y de las posibilidades de éxito de éste. Hastiado por la sumisión de muchos godos (representada en Oppas) y la debilidad que mostraban frente al invasor para no poner en riesgo sus privilegios y haciendas, se puso al frente de un puñado de valientes irreductibles e inició una resistencia que perseguiría la recuperación de territorios, Credo y forma de vida, culminada ocho siglos después con la expulsión definitiva del invasor ilegítimo.
No hace falta decir quien reencarna hoy la figura de Don Pelayo. Todos sabemos quienes están hoy enfrentados frontalmente y sin complejos a la infanticida ley del aborto, la perversa ideología de género, la caótica y permisiva postura oficial frente a la inmigración o las actitudes y amables posturas con el poder establecido.
Y esto los hace objetivos, no solo de los seguidores del moderno Munuza, sino de los seguidores del actual Oppas…y les hace descargar sobre ellos su intolerancia sumisa disfrazada de ecúanime centrismo.
No es difícil saber dónde nos encontramos cada uno de nosotros. Al final la historia se repite y, aunque las grandes empresas nunca fueron fáciles, terminarán imponiéndose el sentido común y la honestidad que devuelva a nuestra Nación el espíritu de Covadonga.