La Caza. ¿Pasión o perversión?

¿Somos los cazadores un colectivo perseguido?¿Conoce la sociedad actual los fundamentos de la caza?¿ Por qué no se trata a este colectivo con la misma benevolencia que a otras minorías?¿Debemos avergonzarnos por ser cazadores? Esta entrada trata de responder a algunas de estas preguntas.

Somos los cazadores un colectivo demonizado por la sociedad actual. El carácter urbanita de la misma, unido al pusilánime buenismo de los políticos y los medios de comunicación (creadores de opinión) nos convierte en un grupo de personas que supone un grave incordio para el establecimiento de los  nuevos “valores” que quieren imponer.

Hacer un comentario cinegético o aparecer en un escenario de caza en medios o redes sociales, te convierte instantáneamente en blanco de comentarios y juicios de valor negativos. Es políticamente incorrecto.

El oficio más antiguo del mundo

En el paleolítico,  mucho antes de que el hombre empezara a cultivar la tierra y a domesticar animales, el hombre cazaba. Era una caza utilitaria, necesaria para conseguir alimento con el que subsistir. Más adelante el hombre aprendió a conseguirlo trabajando los suelos y criando animales domésticos pero, aun así, el hombre seguía cazando.

A medida que se desarrollaban nuevas técnicas para conseguir alimentos, la caza iba pasando de ser una ocupación forzosa a ser una actividad ociosa, una afición. Ya no se cazaba para comer (aunque se consume lo que se caza) sino para expandirse. En palabras de nuestro genial Ortega y Gasset, “en la cacería el hombre consigue divertirse y distraerse de ser hombre”, darse unas “vacaciones de humanidad” temporales, volver a su ancestral proximidad con los animales, con la Naturaleza, de la que el correr de los tiempos nos ha expulsado.

“Al cazar el hombre logra anular toda la evolución histórica, desprenderse de la actualidad y renovar la situación primigenia” Ortega y Gasset

Hoy es una de las actividades de ocio más democráticas que existe, siendo practicada por pobres y ricos, mujeres y hombres, por personas de todas las razas, religiones y nacionalidades. Una  actividad en la que se manifiesta ese poso que nos queda de instinto predatorio, ese impulso que nos permite la inmersión (no la superficial contemplación) en la Naturaleza, que nos llama a convertirnos por un rato en “seres naturales”.

Y ahora, cacemos!!

La caza no es una actividad exclusivamente humana pues la practican otros animales.

Pero, ¿qué es realmente cazar?

“Cazar es lo que un animal hace para apoderarse, vivo o muerto, de otro que pertenece a una especie vitalmente inferior a la suya. Esa superioridad del cazador sobre la pieza no puede ser absoluta si ha de haber caza” Ortega y Gasset

De esta acertada definición podemos extraer varias conclusiones:

  • No es esencial en la caza que nos apoderemos del animal, este puede escapar.
  • Matar no es el propósito exclusivo de la cacería, aunque es la forma más natural de apoderarse del animal. “El cazador es irremediablemente mortífero”.
  • En el caso del hombre, éste ha de imponerse límites para que su superioridad no anule el juego de evasión de la pieza que se va a cazar. Renuncia a su supremacía.
  • A pesar de la desigualdad entre cazador y pieza, esta debe poder superar al primero utilizando sus dotes naturales (velocidad, vista, olfato, estado de alerta…)
  • Es una acción de arriba abajo donde se hace patente la desigualdad, la jerarquía zoológica. No se caza al igual ni al superior… ni al demasiado inferior.
  • Toda la vida del animal, que es presa de los depredadores situados en un nivel superior, está supeditada a escapar de las agresiones. De ahí su carácter esquivo y salvaje. Si esto no fuera así se terminaría con lo que hoy llamamos animales salvajes. Pasaríamos a amansarlos a todos.
  • Cuantas menos oportunidades tenga la pieza de escapar, cuanto menor sea su salvajismo, cuanta mayor sea la facilidad de descubrir y abatir la pieza, menos auténtica será la acción de cazar.
  • La caza no es un invento actual, es una herencia recibida del hombre primerizo (mucho más cerca del animal) donde estaban desarrollados plenamente los instintos que hoy tenemos semiatrofiados. Este embotamiento de los instintos es lo que nos hace ayudarnos de la razón y de otros animales (perro, hurón, rapaces…) para cazar…y para imponernos limitaciones.

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Algunos datos…

Según la web www.cazasostenible.org , la caza mueve al año casi 3.700 millones de euros, mantiene más de 54.000  puestos de trabajo y es una actividad esencial para la deprimida  economía rural. El 82,81% de la superficie total de España está acotada y somos más de UN MILLÓN de cazadores, el 2,23% de la población española.

Al parecer  estas cifras no son suficientes para dejar de ser un colectivo perseguido socialmente y para que, desde las instituciones, se apoye a otros colectivos y organizaciones lesivos para la actividad venatoria, mediante subvenciones y prevendas.

El colectivo de 180.000  “ecologistas” (porque ecologistas en sentido estricto somos los cazadores) a través de organizaciones como SEO/Birdlife, Ecologistas en Acción o WWWF España han recibido en los últimos años ingentes cantidades de dinero público para actividades e informes de dudosa utilidad (y credibilidad)

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¿Qué hace un artículo sobre caza en un blog de valores humanos?

Algunos lectores de este blog me preguntan  por qué hablo tanto del Nuevo Orden Mundial. He hecho referencia a estas nuevas tendencias que quieren imponer cuando he escrito sobre la cristianofobia creciente, la amenazante ideología de género, la falta de libertad educativa, los ataques a la actividad taurina, la falta de integración de inmigrantes musulmanes o, como es el caso de esta entrada, del animalismo relativista y simplón que pretende acabar con la caza, presentándola como una actividad cruel y retrógrada. Estas artificiales tendencias que pretenden imponer los poderes fácticos, amparándose en una pretendida supremacía ética, ideológica y moral, avanzan silenciosamente y están aquí  para quedarse si la sociedad se deja manipular. Pretenden, a través de la ingeniería social, cambiar significativamente nuestra forma de socializar y para ello actúan en todas las facetas, incluida la actividad cinegética.

Por una sociedad más tolerante y diversa; por una mejor comprensión de esta actividad natural; por mantener un derecho legalmente regulado que no atenta contra nadie, tenemos la responsabilidad de no inhibirnos en su defensa. Hace falta poder argumentar con solvencia en ambientes hostiles, que serán cada vez más frecuentes, ¿no crees?

Os dejo un vídeo que refleja el único progreso efectivo en la caza: la alianza con el perro como ayuda para compensar la pérdida de capacidades predatorias…

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3 opiniones en “La Caza. ¿Pasión o perversión?”

  1. Un buen artículo de nuestro amigo Antón Puerta Domecq​ donde se habla de la persecución de la caza en estos tiempos de artificio y deshumanización. Aporta datos interesantes y defiende los valores a través de la caza cada vez más perdidos, enfocando los ataques que sufrimos el colectivo por parte de los urbanitas ignorantes de la práctica venatoria como una conspiración de nuevo orden mundial. Yo creo que es así desde luego y que en esta sociedad de «la gente va donde dice vicente», de las «modas» y de lo «guay» cada vez va quedando menos espacio a lo auténtico y lo realmente natural.

  2. Gracias Anton porque además de disfrutar leyendo este artículo sobre la caza, me has enseñado a ir a fondo a la hora de argumentar haciendo un estudio histórico y citando a grandes filosofos como Ortega y Gaset. Ojalá sigamos creando opinion sana y de actualidad compartiendo este tipo de reflexiones. Dios te bendiga P Borja

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