Cambiar el mundo.

Que nadie te diga que no se puede hacer. Eso lo dicen los cobardes para que no te movilices, pero está en tus manos cambiar el mundo. Solo tienes que empezar.

 

Tenemos que pensar en grande!!! Cuando alguien me dice “pero eso ya no hay quien lo cambie” no puedo reprimir un sentimiento de lástima hacia esas personas entregadas a las migajas que le ofrece una sociedad hecha a imagen y semejanza del Nuevo Orden Mundial.

Pueden tacharme de lo que quieran, pero es un hecho que el Mal anda suelto. No esperen ver ustedes un ser de conformación mitológica de color rojo, pitones y cola finalizada en arpón; esa suerte de imagen infantil y ridícula forma parte de la sociedad mansa y narcotizada en que quieren convertirnos los grandes lobbies que están al servicio de la involución social.

Una vez más, y ya van unas cuantas, EEUU se convierte en pionero de la lucha contra uno de los mayores genocidios cometidos en los últimos 100 años, el aborto. Este genocidio hará que se avergüencen las generaciones venideras, como nos avergonzamos nosotros de los cometidos por el Holocausto nazi contra seis millones de judíos o la comunista URSS de Stalin contra los más de cuatro millones y medio de campesinos ucranianos a los que mató de hambre (Holodomor).

La cruzada antiaborto en Estados Unidos podría traer como consecuencia que 22 estados prohibieran el aborto una vez quede sin efectos la Ley Estatal de 1973…y es muy posible (antes o después) que la Corte Suprema, de mayoría conservadora, deje sin efecto esta ley que reconocía el mal llamado derecho al aborto. Las bestias que componen el lobby abortista se retuercen de ira ante esta posibilidad.

Y por cierto, fue Donald Trump, ese presidente loco y soez pero que no implicó a su país en ninguna guerra, el que consiguió instalar esa mayoría conservadora en el Tribunal Supremo de Estados Unidos, cuyos cargos son vitalicios. Al final todo es posible si nos molestamos en investigar cómo.

“Astutos como serpientes y mansos como palomas”

En España, la indolencia nos hace acomodarnos en nuestra zona de confort y pensar que nada de lo aprobado puede ser derogado. Eso, al menos, es lo que debió pensar nuestro expresidente Mariano Rajoy cuando, teniendo todas las armas para darle la vuelta como a una tortilla al legado demoníaco del tragicómico Zapatero, se limitó a guardar el jardín para que Pedro Sánchez lo recibiera sin quebranto alguno, y  lo pudiera utilizar de base para continuar con su proceso de demolición social.

Vivíamos convencidos de que arreglando la cuestión económica se arreglaba todo. Una vez más el entreverao materialista insertado en lo más profundo de nuestra alma, nos hacía sucumbir a los postulados del nuevo orden y abandonar la batalla de las ideas.

Y nos hizo olvidar que lo económico puede determinar lo que será nuestra vida material los próximos ¿cinco?, ¿diez? años, pero solo la batalla de las ideas determinará cómo será nuestra sociedad los próximos siglos. Y la estamos perdiendo.

“Lo material determinará lo que será nuestra sociedad los próximos cinco o diez años; pero solo la ideología determinará lo que será los próximos siglos”

Es nauseabundo descubrir, en plataformas como Netflix, la oferta de series que presentan a nuestros jóvenes, que digo, a nuestros niños, contenidos que hacen pasar por normales comportamientos que en todo caso van contra la ley natural. Y la sociedad, deslumbrada por el brillo trilero de un bienestar a corto plazo, mira para otro lado ante esta perversión de menores.

Pero el problema no está en la existencia de estas plataformas, ni siquiera en la utilización por parte de nuestros jóvenes y niños de móviles de última generación para acceder a ellas. El problema está en la dejación de funciones en la que incurrimos como padres, en nuestra incapacidad para formarlos en aspectos humanos y trascendentes, en nuestra ineptitud a la hora de educarlos de manera que desarrollen ese sentido crítico que les posibilite ser libres, escapar del adoctrinamiento indiscriminado al que se ven sometidos por culpa de que, los que deberíamos ser los defensores de la tradición, hemos bajado los brazos…¿o no los hemos bajado?

Todavía estamos a tiempo…

Afortunadamente aún estamos a tiempo. Todos, cada uno desde su posición particular, podemos contribuir a revertir la situación. Si lo están consiguiendo en Estados Unidos, ¿por qué no vamos a conseguirlo en España? Somos, como ha quedado demostrado, una nación de conquistadores. Plagada de traidores sí, pero que no podrán con nosotros.

Cada vez me encuentro más personas que están despertando de su letargo, personas que están consiguiendo sacar adelante ese ejercicio de humildad que precisaban para aceptar que estaban errados en sus planteamientos. Cada vez somos más, muchos más, los que caminamos unidos en un proyecto común y transversal, que devuelva a esta sociedad los valores y tradiciones que hicieron a España grande. Cada vez somos más, muchos más, los que estamos convencidos que ese proyecto conservador devolverá la sociedad a la amable senda de una convivencia pacífica. Y cada vez somos más, muchos más, los que sabemos que ese proyecto unificador y revitalizante se encarna en VOX.

Próxima estación el 19 de junio en Andalucía. Considérense invitados.

8 opiniones en “Cambiar el mundo.”

  1. Brillantísima exposición Antón en una sociedad que prevalece más lo material que los valores, lástima que en los partidos no haya personas que lo defiendan con claridad , dónde abundan la mediocridad y la acomodación de sus propios intereses, y con sinceridad no espero ningún cambio el 19 junio, sólo el quítate tu que me pongo yo.

    1. No hay que perder la esperanza Luis Fernando. Esperemos sigan soplando vientos de cambio para bien. La que están liando para que esta señora #Molona no sea candidata así lo indica. El bipartidismo está nervioso y tenemos que romper con eso de «más vale malo conocido…» Un abrazo.

  2. Muy bien dicho, solo falta que volvamos también a reavivar nuestras raíces cristianas. Las mejores épocas de nuestra historia han estado unidas a la fe católica. Pienso que además de votar e implicarse, debemos rezar mucho y ser católicos comprometidos.

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