Del feminismo al hembrismo en 4 etapas.

Nada queda ya del concepto que definía un feminismo de nobles reivindicaciones. Hoy, la ultraizquierda se ha adueñado del término y lo ha transformado hasta adaptarlo a las pretensiones transformadoras del nuevo orden.

La palabra feminismo no es unívoca. Desde el inicio del feminismo en el siglo XV hasta la actualidad, esta palabra ha sido víctima de la perversión del lenguaje. Nada tiene que ver el concepto de la palabra cuando hacía referencia al feminismo liberal y sufragista  que todos compartimos, con el de hoy, cuyo concepto quieren apropiarse las izquierdas y el movimiento “queer”.

Primera etapa. Feminismo liberal

Durante el Renacimiento (Siglos XV y XVI) aparece un grupo de mujeres  que reclaman el derecho a la educación y lucha por su integración  en la sociedad donde, hasta ese momento, habían representado un papel secundario.

Las revoluciones liberales del siglo XVIII crean el caldo de cultivo idóneo para que se desarrolle un marco ideológico de libertad individual, que busca implantar unas nuevas condiciones políticas y socioeconómicas, para abrir a la mujer un amplio campo de actuación fuera del hogar.

El capitalismo liberal trae de la mano el feminismo liberal, y la mujer comienza un proceso de integración de pleno derecho en los campos educativo y político, tradicionalmente reservados a los hombres. Hoy las feministas liberales son denostadas por “las nuevas feministas”

“El capitalismo liberal es el mejor amigo de la mujer” María Blanco

Durante los siglos XVIII y XIX aparecen libros como “Vindicación de los derechos de la mujer” (Wollstonecraft) o “La sujeción de la mujer” (Stuart Mill) que abogan por la inclusión de la mujer en el entramado social con plenos derechos.

Durante los primeros años del siglo XX se consigue el derecho a voto para la mujer en algunos países desarrollados, proceso que ya no tendrá vuelta atrás.

Así  fue que el capitalismo liberal trajo nuevas cotas de igualdad y libertad y al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el voto femenino se universalizó en todos los regímenes democráticos.

Segunda  etapa.Feminismo marxista

En esta segunda etapa el feminismo empieza a tomar el cariz izquierdista que ya quedará impreso, como un marchamo, en sus reivindicaciones más radicales.

Engels presentó, en 1884, a la familia monogámica como un reflejo de la sociedad capitalista a la que quería destruir. El hombre era el burgués y la mujer el proletario sometido. Por tanto, para destruir el sistema capitalista era fundamental destruir su célula primigenia, la familia. Así se alían en la misma batalla el marxismo y el feminismo…y de paso adoptan otro enemigo común, el cristianismo, garante de la familia tradicional.

“Si el origen de la familia celestial no es más que la prefiguración de la misma familia terrena, es a esta a la que hay que destruir” Marx.

No contaban los marxistas con que sería el sistema capitalista el que liberaría a la mujer de muchas tareas domésticas con la aparición de los electrodomésticos y la progresiva incorporación del hombre a las tareas del hogar.

Sin ánimo de parecer reduccionista, esta nueva etapa de carácter economicista, pretende sustituir a la familia por el Estado. Esto, lejos de liberar a la mujer, la sometía aún más. Para muestra transcribo parte del decreto de la ciudad soviética de Vladimir en pleno siglo XX:

“A partir de los dieciocho años toda muchacha queda declarada de propiedad estatal (…) los hombres entre dieciocho y cincuenta años tienen derecho a elegir mujeres (…) sin siquiera necesitar el asentimiento de estas últimas. Los hijos frutos de la cohabitación serán propiedad de la república”

Tercera etapa.Feminismo neomarxista

Tras la etapa de feminismo liberal y sufragista que tantos avances consiguió para la mujer, el fracaso del feminismo marxista economicista tras la caída de la URSS y el éxito del capitalismo liberal, la izquierda da un paso más en su afán por destruir el capitalismo. Ya no quiere expropiar bienes, quiere expropiar ideas. Nace el marxismo cultural, y con el aparece la letal ideología de género.

En los años 40, varias feministas de ultraizquierda entienden que los derechos civiles y políticos conseguidos no habían logrado liberar de la opresión a la mujer. Autoras como Mary Inman sostienen que “la feminidad elaborada y el énfasis excesivo en la belleza” mantienen a las mujeres oprimidas. Nace así el culto al mal gusto y a la fealdad que caracteriza a las feministas de hoy.

Por otro lado Simone de Beauvoir o Betty Friedan sostienen que son los tradicionales roles femeninos los responsables de que la mujer siga oprimida. Según ellas estos roles, como la maternidad, son conceptos construidos artificialmente por el opresor, el hombre.

En su intento por destruir la familia buscan la confrontación en la relación de pareja e intentan sembrar el odio presentado la situación como irreconciliable.

Aparece así Firestone, para sostener que la raíz del problema estriba en la capacidad reproductora de la mujer. Aboga por abolir esta función y sustituirla por técnicas de reproducción artificial, legalizar el aborto, colectivizar la cría y educación de los niños, eliminar las distinciones culturales entre hombre/mujer o adulto/niño, lograr libertad sexual absoluta abriendo la puerta a la pedofilia, el incesto…Eso sí, estas relaciones sexuales debían tener unos límites que serían el consentimiento del niño y la capacidad biológica.

Esto fue, en los años 70, el preámbulo de la fábrica de perversiones que supone la cuarta etapa del feminismo, tercera desde que comenzó la involución del concepto “feminismo”: la perversa ideología  “queer”.

Cuarta etapa.Ideología “queer”, la fuente de la depravación (años 80)

Basada en los mismos objetivos que el feminismo marxista y neomarxista, – la destrucción de la familia y el matrimonio para derribar al capitalismo-  da un paso aún más perverso: la «destrucción de la mujer”.

Se resume en que si no hay mujer no hay machismo, no hay matrimonio, no hay familia…y no hay capitalismo. Trata de cuestionar todo tipo de identidad y va más allá de un mero movimiento político. Ha entrado en universidades y mundo cultural de todo el mundo.

Propone destruir el binarismo hombre-mujer, abrir el abanico a multitud de “géneros” que acaben con el “régimen heterosexual”.

“Nuestra supervivencia exige (…) destruir la heterosexualidad como un sistema social basado en la opresión de las mujeres por los hombres” Witting

La filósofa lesbiana Butler pretende romper la coherencia entre sexo, género y deseo. Propone la destrucción sexual del hombre y la mujer como productos de la heterosexualidad, negar la realidad biológica de nuestros cuerpos, dar entrada a excentricidades eróticas como el First-Fucking, la pedofilia, la zoofilia, la coprofilia, el sadomasoquismo y otras perversiones.

La ideología “queer”, violenta en su concepción, consiste en negarlo todo y por tanto, uno de sus mayores enemigos es la cristiandad.

Resumiendo…

Hemos visto como un movimiento  justo como el feminismo liberal sufragista, ha involucionado en varias etapas hasta convertirse en un instrumento de la ultraizquierda para acabar con la estructura social establecida, de origen cristiano.

En las últimas etapas aparece la ideología de género, que comienza como una guerra entre hombres y mujeres, se amplía más tarde a una confrontación entre homosexuales y heterosexuales, y termina manteniendo que no existe la identidad sexual.

Ante este escenario hay que reconquistar el vocablo «feminista» para denominar ese movimiento que consiguió altas cotas de integración de la mujer, y denominar «hembrismo», «femiprogre» o «feminazi», al movimiento político de ultraizquierda que pretender «matar a la mujer» en nombre de un marxismo extemporáneo y casposo que busca un lugar desde el que desafiar el sentido común.

Como  muestra del secuestro del término «feminista» por  la ultraizquierda, os dejo un vídeo de una manifestación feminista en Mar de Plata, donde estas «pacíficas y oprimidas» chicas atacan  la catedral.

6 opiniones en “Del feminismo al hembrismo en 4 etapas.”

    1. Me alegro que te te haya gustado, Rubén. A veces viene bien ver los diferentes «matices» de las palabras, sobre todo en estos tiempos que nos quieren dar gato por liebre. Un abrazo.

  1. Me ha gustado mucho este texto, pero me gustaría que pusieras referencias para usarlo como como fuente en uno de mis trabajos universitarios.

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